sábado, 3 de marzo de 2012

No, no fue mi culpa. Yo estoy viviendo con el peso de tus decisiones sin haber hecho absolutamente nada.

Porque puedo compadecerme de mi misma por haber confiado, por haber creído que eras una buena persona para mi. Puedo creerme la víctima y llorar ríos con cualquier persona a la que le hable de ti y de lo mal que me hiciste sentir. Puedo recordarte, ver tus fotos, leer tus antiguos mensajes y voltear a mi alrededor y observar todo lo tuyo que hay aquí, incluso todo lo tuyo que hay en mi. Puedo ponerme a pensar en todas las veces que sentí que mi corazón palpitaba con violencia al verte llegar, todas las veces que hiperventile por tus besos, o todas esas lágrimas de felicidad que lograste derramar.

Pero no, vivo con todo lo que implicó que tomaras una decisión, una decisión que para nada yo quise que tomaras, porque en mis planes nunca estuvo que dejaras de hacer todo lo previamente dicho, lo juro. Yo no decidí que me dejaras, ni que tuviéramos que pasar todo esto. Yo no lo decidí.

Tú tienes ese consuelo, que fue tu culpa, que lo decidiste, ¿pero yo? ¿yo con qué consuelo me quedo?

sábado, 18 de febrero de 2012

Won't stop 'till it's over.

Nuestra historia de amor se resumía en canciones de amor, mensajes electrónicos, papeles inscritos, en lugares que hicimos nuestros, en tus labios sobre mi cuerpo; en eso nos resumíamos. No era poco, quizá tampoco mucho, para mí era lo único que importaba, lo único por lo que valía vivir, y lo único que quería seguir viviendo. Para mí era mucho, era demasiado, era más grande que lo cualquier persona pudiera sentir, era lo más grande, eras mi más grande amor.
Quiero comenzar diciendo que acabo de llamarte "eras" porque es lo políticamente correcto, es lo que teóricamente debo hacer para terminar con un duelo que no quiero terminar porque si lo hago, te terminas tú, y a pesar de los más grandes enojos y de las más grandes decepciones, no quiero que termines, porque si terminas, estoy segura de que terminaré yo, ¿con qué? no lo sé, lo intento descifrar. No diré que terminaré con mi vida, no me voy a suicidar, de eso puedes estar seguro, sin embargo, terminaré con algo dentro de mi; tampoco sé si es con la capacidad de sentir o de amar. Uno siempre dice que no se podrá a volver a enamorar igual, pero, ¿sabes? estoy segura de que no podré volver a amar igual, con la misma intensidad y con la misma inocencia, con la misma ingenuidad y perversión que me inspirabas, con todos esos arranques de pasión y sadomasoquismo y a la vez con esos arranques de infinita ternura, como cuando jugábamos a que te cuidaba como un hijo, aunque claro siempre estuvo, que no era tu mamá. Como cuando te tomaba del cabello y te lo halaba, y yo era feliz porque tu eras feliz. Estoy segura de que con nadie voy a ser más feliz halándole el cabello como contigo, porque tu cabello era único, así como tus ojos, sí, aunque tú hayas decidido que pudiste encontrar unos ojos más inspiradores que los míos, no importa; para mí tus ojos siguen siendo mi guía. Porque no me importa que hayas podido encontrar unas manos más suaves que las mías, yo sigo siendo la inocente que te toca el cuerpo como si apenas lo fuera a comenzar a hacer; porque yo no quiero sentir otra piel sobre la mía.
Podría resumir nuestro amor en todas aquellas peleas, sí, ya sabes cuáles, aquellas en las que ninguno ganaba y ninguno perdía, porque lo único que ganábamos era demostrar que de verdad nos importábamos y ¿por qué no? ganábamos en nuestros respectivos nervios. Porque no importaban los gritos, todos, mi vida, eran necesarios, cada uno me hizo seguir halándote el cabello y seguir tocando tu cuerpo, porque así ganábamos; porque así podía besarte.
Puedo resumir nuestro amor en aquellas melodías que salían de tu voz en algún beso, en algún abrazo, porque en ellas me refugiaba en cada pelea que pasaba por nuestra recámara y por nuestros teléfonos, porque eran ellas las que me decían que no tardaría en volver a recostarme contigo en cualquier lugar, en cualquier banca o cama, en cualquier sillón o incluso en el suelo; por eso no importaba, porque esas melodías son las que hasta la fecha, me siguen haciendo llorar por esperar que esto sea una pelea más y que van a regresar tus ojos a ser mi guía.

No quiero resumir nuestra historia, corazón, yo sólo quiero que sea la más grande historia.

No quiero terminar diciendo que "eras" alguien, cuando para mi, aun después de tantos enojos y tantas decepciones, sigues siendo, ese hijo que tanto necesitaba cuidar desinteresadamente, esos ojos que tanto me alumbran, sigues siendo ese amante que necesito sentir, eres ese novio al que necesito tanto cantarle, eres ese amigo con el que podía reírme sin ser mal vista. Porque de verdad te necesité tanto cuando te fuiste, porque aunque acabo de decir que te necesité, ya no te necesito para las mismas cosas. Ahora necesito que vuelvas, aunque no sé si quiero que vuelvas en este momento. Necesito que vuelvas a construir un castillo, porque el mío, al parecer, se lo diste a otra princesa... Necesito que vuelvas a construir una choza, que construyas un iglú, necesito que aunque sea un gran castillo, sea un hogar, que de verdad veas en mí lo que yo veo en ti. No necesito solamente ser tu madre, tu amante, tu amiga, ni tus ojos ni tus manos. Necesito ser lo que decidas que no puedes resumir. Necesito ser todo lo que decidas continuar.

viernes, 10 de febrero de 2012

Plasmar en la piel. Parte I.

Tomó el valor que necesitaba, suspiró y cerró los ojos a la par de los puños, contuvo el dolor y dejó que la aguja perforara su piel, su cadera. Miró los ojos de su amigo y sonrió aliviada, todo había ido bien. Ahora veía los ojos de aquel hombre que acababa de hacer arte sobre su piel marfileña: un tatuaje que le recordaba una canción, una etapa en su vida que terminaba, al fin, irónicamente, de empezar.
Habían sido días, semanas y meses de soportar todas esas almohadas cubiertas por la lluvia de sus ojos, de todos esos fracasos y frustraciones recibidas por ellas, ahogando gritos y ahogando gemidos de dolor, pero como siempre, impulsiva, un día tomó dinero y la mano de su amigo para ir a un local cualquiera, en una colonia cualquiera, para poder comenzar con su propio final.

¿Cómo poder comenzar a llorar? Era muy fácil, empezar por escoger un día lluvioso, unos audífonos y el soundtrack perfecto para poder recordar, quizá también convenga escoger aquellos rumbos que acogen a los amantes, que se muestran ideales para ser testigos de aquellos besos, caricias casi insolentes y miradas que perduran, no sólo en las almas de ellos, sino también en ese eco de las almas de todos los amantes del mundo. Eso sólo para empezar.
Mostrarse elegante, casi confiado es un must, también hacer planes en los que se incluían colectivamente es necesario. Escribir también. No hay muchas cosas que no duelan posterior a un rompimiento, quizá mucho drama es el sazón, quizá encontrar a alguien a quién poder besuquearse también sea parte de todo el duelo del que se es parte. Disfrutar hasta la última lágrima que se desprende, eso también ayuda, sobre todo en la parte intermedia.

Un tatuaje evita todo el duelo, incluso si es de henna, incluso si es con una pluma, el punto es, se piensa, poder cicatrizar, aunque no sea de un modo natural, sino provocado.