Había uno que otro muchacho el cual le llamaba la atención, se sentaba debajo del puente y pasaba ahí horas escuchando música, leyendo y diciendo tonterías con sus amigos, no le llamaban la atención ciertas cosas y solía odiar ese pasillo, esas bancas.
Apenas y se asomaba su yo vanidosa, realmente no se complacía mucho y solía gritar mucho más, estaba segura de que todavía faltaba mucho tiempo para crecer, y que a pesar de que el tiempo se le estaba llendo como agua, ella aún esperaba.
Había un muchacho moreno, de complexión pequeña que solía observarla mucho y que la cuestionaba muy profundamente, la dejaba pensando por horas.
Los caminos eran igual de fastidiosos pero mas provechosos, iban acompañados de pláticas largas y de estudio, pocas veces se asomaba a ese lugar obscuro y aun menos a los árboles de entre las rejas, quizá fumaba cigarrillos mas seguido y realmente visitaba más a sus viejos amigos...
Es tan fácil perderte entre las cosas, circunstancias y abismos personales.
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