domingo, 21 de febrero de 2010

Caminando...

Trae un vestido color arena, medias negras y botas negras, para cubrirse del frío una cazadora gris y sobre el hombro una bolsa de HK, sobre la mano un frapuccino de vainilla.
Luce un tanto despreocupada, pero tiene los ojos más tristes que haya visto. Su cabello está chino de un lado y del otro las puntas son tan lacias que se vuelven pesadas. Las pupilas estan diltadas por el alcohol y uno de sus acompañantes la mira de reojo, el otro se la pasa detrás de ella. Continuamente mira hacia arriba y suspira. También continuamente saca su móvil y lo abre desesperada, como esperando algo. Una de sus amigas -y se sabe que es una de sus amigas- se ve preocpuada por la del vestido. Se detienen a observar el palacio de Bellas Artes, se miran y sonrien. La amiga habla de planes, ella sólo asiente y dice cosas sin sentido. Cuando ya se encuentra con la amiga de la amiga, comienzan a platicar sobre la falta de sus amores, la necesidad de ellos. Observan más de cerca el palacio. Notan como resplandece, notan las parejas que se toman fotos y ambas tienen ganas de llorar pero las ocultan. Entran al metro, se despiden y la del vestido corre hacia la línea que le corresponde. Se sienta, mira por la ventana. Piensa, quiere llorar. Ya en la estación camina recordando pasajes, trata de imaginar lo que platicaría con él si estuviera acompañandola. Llega y escucha a Monocordio. Llega y quiere escribir.

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